EL PROBLEMA DE LA UNIDAD NACIONAL ANTE LA ADVERSIDAD. Por Ricardo García Jiménez/APIM.
Dentro de sus propuestas de campaña prometió la expulsión de los migrantes ilegales, la construcción de un muro fronterizo, la modificación sustancial del TLC y el gravar las remesas que nuestros compatriotas que envían a sus casas, entre otras cosas. Puntos que trazaron durante todo su trabajo político de campaña las líneas que comulgaron con millones de norteamericanos que vieron en esta propuesta la salida de los problemas que viven en la Unión Americana; además de un discurso agresivo hacia sus contendientes y detractores. Esto posibilito también que arribaran a las dos Cámaras del Congreso de ese país legisladores republicanos que son mayoría y controlan ambas cámaras. Desde los primeros días de asumir el cargo, el mandatario en cumplimiento a lo ofertado, ha emprendido una serie de acciones que han puesto al gobierno mexicano en una doble situación de alerta; por una parte, el no saber cómo revertir el problema de la expatriación de miles o tal vez millones de migrantes mexicanos que por años han laborado en aquel país; ante la amenazas de Trump de que México pagará la construcción del muro que divida ambas naciones, el gobierno no ha dicho que No, sólo el presidente EPN le ha dado vueltas al asunto; la modificación del TLC ha sido un revés para la burguesía nacional que pone en riesgo la asociación de los intereses y capitales que han fincado con el empresariado norteamericano; el gravar las remesas coloca la pérdida del ingreso integro de millones de familias dependientes de esos recursos que les son enviadas para sobrevivir. Por otro lado, el no saber cómo enfrentar estos problemas ante la falta de credibilidad, ineptitud, y vicios que han desacreditado la imagen presidencial de todos aquellos actos de corrupción que EPN ha cometido debilita la institución presidencial. Ante estos problemas, el propio ejecutivo nacional ha convocado a la Unidad Nacional para buscar las salidas más oportunas ante la presión de diferentes sectores sociales de nuestra nación y del extranjero. Lo cierto es que ningún líder o político había podido lograr lo que Donald Trump: unificar la opinión de millones de mexicanos en torno a las aberrantes acciones del mandatario estadounidense en contra de México y los mexicanos. Pero como en la política mexicana todo es posible, dirigentes y militantes de todos los partidos políticos, líderes del sector empresarial, sindicatos charros, la burocracia cinchada, periodistas progobiernistas y el episcopado mexicano han apelado al nacionalismo para mantener la dignidad de nuestro país. Lamentable el liderazgo nacional en la figura del Presidente EPN se ha debilitado por sus acciones o programas, por su calidad moral y ética, por su falta de valentía ante las potencias extrajeras y por subsumir a la población mexicana en una grave crisis económica como la vivida en los años noventa del siglo pasado. Han sido esas clases sociales las que han acordado con el empresariado y la clase política de los EEUU, la explotación de millones de trabajadores de nuestro país, donde el trabajador es humillado y violado sus derechos humanos tanto aquí como en aquel país. Lo que estamos presenciando en estos días es una lucha entre capitalistas y la clase política de ambos países. Un choque que en el caso de los empresarios norteamericanos, pelean obtener mayores ganancias y seguir acrecentado sus propios capitales pero dejando fuera de esos “beneficios” a millones de latinos que son la fuerza productiva en esa nación. Si bien un muro dificulta el paso de mexicanos a los EEUU, esto no imposibilita que la mano de obra sea aprovechable bajo otro tipo de esquemas de explotación por la burguesía nacional. Pero cómo entender esta convocatoria entorno a una figura tan devaluada como es la de EPN y el sistema presidencialista, cuando el mismo opositor gubernamental, Andrés Manuel López Obrador, se suma al llamado a la unidad de todos los mexicanos a fin de poder enfrentar los obstáculos por venir. Cuando ha sido esa clase política y empresarial la que han amedrentado en dos ocasiones las aspiraciones de dicho candidato de las “izquierdas” para arribar a la primera magistratura de nuestro país. Cómo entender este llamado cuando al eterno líder de la “izquierda” se le desaforó para retirarlo de la contienda electoral en el 2006. Es que forma parte de la misma clase social y de los mismos intereses. ¿Cómo es posible que EPN llame a la unidad nacional, como los presidentes del pasado? Recordemos que en la historia de nuestro país, han existido dos momentos importes para apelar a este principio ideológico que buscó aglutinar a millones de mexicanos ante reales causas y enemigos, como cuando los sectores populares con la burguesía nacional y la clase política se reunieron. La primera fue en el mandato del General Lázaro Cárdenas del Rio, en el año de 1938, en ese momento se dio la Expropiación Petrolera, acto de nacionalización de la industria petrolera, como resultado de ejecución de la Ley de Expropiación del año de 1936 y del Articulo 27 de la Constitución Mexicana a las compañías que explotaban nuestros recursos naturales, mediante el decreto anunciado el 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas recibió el apoyo de todas las clases sociales. Meses posteriores el general recibió el apoyo solidario de la toda la población desprendiéndose y donando dinero y bienes materiales para el pago de las indemnizaciones a los dueños de esas compañías. Otro momento importante que convoco a la unidad nacional la realizo el también general y presidente Manuel Ávila Camacho ante el inminente avance de nacionalsocialismo alemán que dio origen a la Segunda Guerra Mundial. Los posteriores llamamientos a la “unidad nacional”, fueron para tratar de apaciguar a las clases populares ante la edificación y consolidación de la burguesía nacional que agudizaba la brecha económica entre aquellos que tenían mucho y aquellos que demandaban el reconocimiento de sus derechos laborales, económicos, políticos y sociales. Recordemos que se nos dijeron en tiempos de José López Portillo que mediante el petróleo, nos preparáramos para vivir en la abundancia, aunque claro, nunca se aclaró a quiénes se dirigía esa abundancia, quizás al pequeño grupo privilegiados que ha sabido capitalizar ese recurso. Coincidimos que la invitación a la unidad nacional es el camino correcto para defendernos de los reales enemigos externos de nuestro país, de ello no se duda, pero el efecto del mismo se ve vulnerado por la desconfianza y el enojo de muchos millones mexicanos que se sienten agraviados por topos aquellos políticos que nos han reprimido, que nos han desaparecido compañeros, de todos aquellos que han amasado grandes fortunas con la corrupción que ha sido su forma de vida, como sentir indiferencia de aquellos que en nombre propio y de sus instituciones partidarias hacen alianzas con la clase explotadora y les perdonan todo agravio al pueblo. Cómo no sentir preocupación por aquellos que han entregado los recursos de la nación al capitalismo internacional en alianza de intereses comunes. Cómo apoyar una idea cuando los sectores clericales han también sido beneficiados de estas reformas estructurales que ha llevado a cometer los peores pecados capitales en sus propias entrañas clericales. Ciertamente el espíritu de tolerancia, conciliación, unidad y acercamiento entre los distintos grupos sociales permite elevar la mira y trascender en las disputas que se heredan, son los puntos centrales de la ofensiva conciliatoria de los intereses de las clases poderosas de ambas naciones en disputa. Si a la Unidad Nacional ante problemas reales y comunes de todas las clases sociales lejos utopías amañadas. “Juntos pero no revueltos”, sería la consigna.
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